martes, agosto 25, 2009

Familia

Ayer me dispuse a observar con detenimiento las fotos familiares de mi amigo Jaime Muñoz, que volvió a su terruño (nuestro) y reflexioné (ejercicio que trato de hacer permanentemente) acerca de la importancia que le entrega a la familia, tanto en sus comentarios como fotos, y el origen de esa vinculación emocional tan fuerte que hace que se exponga públicamente reafirmando tradiciones que para muchos, en esta época de individualismo, están obsoletas. Me di cuenta, que con Jaime somos parecidos, amamos la familia tradicional, nuclear, “conservadora”, etc., por sobre muchas otras cosas. Mientras otros escriben y muestran fotografías de sus viajes, cuerpos, autos y/o cualquier otro tipo de elementos similar. Con Jaime mostramos fotos de la familia, llámese hijos y señora, esto no quiere decir que seamos mejores que el resto, pero los anteojos con los cuales miramos el mundo, poseen marcos parecidos y una perspectiva similar.
El origen de esta elección puede estar en la procedencia geográfica de la cual somos originarios. Ambos somos de Puerto Natales, una ciudad azotada por las inclemencias del tiempo, con nieve y frío en el invierno, que produce que la tradicional cocina, junto a la estufa y a tus padres y hermanos, sea el centro de la vida. No se si se mantendrá esa tradición en la actualidad, pero en mis tiempos, marcó la vida de muchos de nosotros, en los cuales se arraigaron valores e ideales de vida que permiten reconocernos y vincularnos desde otra perspectiva. La variable geográfica es una condicionante, quizás existan otras superiores, pero mi tema no es enredarme en el origen, sino, trasmutar hacia el presente y lo hermoso y placentero que es sentir un anhelo cumplido y vivir en familia y ser feliz al observar retrospectivamente los motivos de mi comportamiento y la relación entre el origen y el presente mi sensación placentero de participar en una construcción colectiva de familia.

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