jueves, enero 01, 2009

Te dije

Sinceramente no pensé que iba a interpretar mis palabras de esa manera e iba a hacer lo que hizo, debido a que nunca le entregue ese sentido a lo que dije. Cuando se lo dije, creí que había entendido lo que había querido decir, por que para mí lo que hizo no tiene nada que ver con lo que yo haría, por eso le dije eso y finalmente me transformo en el culpable de sus actos. Por que, según ella, lo hizo por que yo se lo di a entender con lo que le dije y claramente no fue mi intención, ya que le conté lo que yo hice cuando me preguntó como lo hacia para ser feliz.
Claramente el problema no es de ninguno de los dos, todo lo contrario, es el derecho que tiene cada persona de hacerse cargo de la construcción y reconstrucción de lo que comprende, o sea de la realidad, ya que, por más que tratemos de transparentar nuestro discurso y seamos repetitivos en formulas gastadas que fundamente y justifiquen las repercusiones en el otro de nuestras palabras, nunca podremos lograr que otro se apropie de nuestra intención y le impregne el sentido y significado que le conferimos a lo que decimos, ya que, nos relacionamos y coexistimos en la premisa de que toda construcción de la realidad es propia del constructor/observador de sus observaciones y creer que luego del 1 viene el 2, es una ilusión que nos entrega las certezas necesarias para vivir en un mundo plagado de incertidumbres y nos protege del miedo a todo lo inesperado que nos depara cada día que emprendemos las nuevas e irrepetibles acciones de nuestras simple y a la vez complejas vidas.

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