Existen cosas importantes en la vida y otras necesarias, esta última categoría está asociada generalmente a aquellas que nos permiten (sobre)vivir en sociedad, es decir, pagar deudas. Lo que significa que muchas veces tenemos que relegar lo importante por lo necesario y hacer lo necesario por sobre lo relevante, esa es una justificación para un acto alejado completamente de la realidad del cual fui testigo unas semanas atrás. Sin mencionar nombres y lugares, en una ceremonia ritual sin mucho sentido se entregó un premio a un grupo de personas que realizaron una actividad y pertenecian a un grupo que tuvo escasa participación y relevancia en el ámbito institucional, tan así fue la situación, que la primera vez que muchas personas lo escucharon fue para el acto de premiación. Esta de más decir que la sorpresa fue general, no sólo por el hecho, sino por el autoconvencimiento de la persona que solicitó el premio de que se estaba reconociendo el trabajo de los premiados como de quien los dirigía.
Hace un tiempo mi señora me aconsejó leer un libro de Goleman de la psicología del autoengaño, que lo tengo en carpeta (por algo me lo sugirió), pero llegar al nivel de inventar algo que mucha gente sabe que no ocurrió y creer de que ocurrió y estar completamente seguro que fue efectivo y significativo, es por decirlo menos, fuerte.
Hace un tiempo mi señora me aconsejó leer un libro de Goleman de la psicología del autoengaño, que lo tengo en carpeta (por algo me lo sugirió), pero llegar al nivel de inventar algo que mucha gente sabe que no ocurrió y creer de que ocurrió y estar completamente seguro que fue efectivo y significativo, es por decirlo menos, fuerte.
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