Leona ciega

Cuando era niño era un manipulador obsesivo. Hacía cualquier cosa para que me dieran lo que quería. Obviamente, tenía mis victimas preferidas y la que llevaba el estandarte era mi pobre y santa abuela, que Dios la tenga en su santo reino. Esta gran mujer, era la fuente de financiamiento para mis gustos infantiles, que un paquete de galletas frac, que una bolsa de guaguitas, que juguetes y poleras con monitos, etc. Gustos de un niño proleta en una época sin grandes pretensiones. Mi madre nunca me pescó, por que es lo suficientemente inteligente para darse cuenta de mis intenciones. Mi padre reía.

Esta actitud manipuladora la observaba en mis amigos y la focalizaban directamente en las madres. Las santas y queridas madres, aquellas creadoras de vida, con una discurso muy duro para criar pero una mano muy blando para dar. Estrategías para lograr cosas eran: acurrucarse y decir cuanto las queremos, hacer el aseo de la pieza como nuncan lo habían echo, susurrarle al oído para que no escuche mi padre, colocar cara de pena, quizás tirarse los lagrimones o cualquier otra artimaña para lograr el fin deseado. Obviamente luego de obtener el dinero necesario o lo buscado a través de estas manifestaciones de pequeña falsedad, se olvidan los cariños y las tareas cumplidas. O sea, volvemos a ser lo que somos. Pero las madres continúan estoicas, creyendo en los cariños y amores utilitarios de sus niños y no se les pasa ni por la mente algún tipo de manipulación. Graso error sería sugerirles algo asociado al tema, por que esa madre sacrificada se transforma en una leona ciega que da la vida por sus cachorros.

Ese es el Karma de la madre y es necesario, quizás más que la desatensión del padre.

¿Que haríamos sin una madre manipulable?