Hombre simple

Parafraseando a Saramago "El hombre más sabio que conocí en mi vida" no era erúdito ni ostentaba cargos de adoración pública. El sabia reir, sabia bailar y conversar. Muchas de las cosas que hablaba, desde lo considerado real o argumentadamente explicado a través de los dominios de la verdad, no se apegaban a lo observado por otras personas, osea un poco mentirosillo. Pero ese hombre me enseñó a no temerle a la vida. A enfrentar mis problemas, a luchar por lo que quiero. A defenderme de las agresiones de quienes me querían dañar, a proteger a mi hermana, a compartir con otros hombres en jornadas en las cuales las risas y las mentiras eran correlato de un mundo ficticio que se recreaba en la realidad. Una persona que desde la simpleza de la vida me pedía que lo acompañe a una cancha de fútbol para abrazarnos luego de un gol de la U, que lloró cuando murió mi abuela, que no estaba ni ahí con mi licenciatura (llegó un poco bebido, pero poquito) y sólo supo que era profesor cuando le dije que me titulé y con eso se dió por pagado. Obviamente ese hombre es mi padre, que es una antítesis de mi madre y un punto medio de muchas de mis acciones.

Para aquellos que pelean con los suyos. Relajense. Padre hay uno solo y no dura para siempre. Tiene fecha de termino al igual que todos. Por lo tanto, mientra este. Ríanse con ellos y gocen la vida. Para parejas, competencias, títulos, prestigio y poder queda harta vida. Por ahora las cosas simples se agradecen.

Chao.