jueves, octubre 19, 2006

Recuento

Hace un tiempo atrás, específicamente cuando tenía 14 años en 1988, recuerdo haberme atrevido a actuar quizás irresponsablemente, en el contexto de una sociedad temerosa de discrepar y generar transformaciones. Mi ímpetu de cambio me llevó a haber sido simpatizante de un movimiento que aunaba un fin ulterior que más del 50 % de los chilenos que se sentían oprimidos por el miedo, la desconfianza y el terror político que se vivía durante esa época.
Recuerdo que espontáneamente a escondidas de mis padres y con un gruspo de amigos nos dirigimos a una sede de un partido opositor al regimen de Pinochet a tratar de cooperar de alguna forma en la recuperación de la democracia, concepto nuevo para la época y más que novedoso diría dirruptivo. No era un fin teleológico del gobierno de la época quién con su política represiva y autoritaria se pretendía perpetuar en el poder por un tiempo más.
Sabía que eso no era conveniente y tenía que hacer algo. Quizás mi oratoria no era la apropiada para hablar en las calles. Quizás mi contextura física no era lo suficientemente fuerte para luchar con las fuerzas represivas. Pero si sé que servía para algo. Servía para repartir panfletos y marchar por las calles exigiendo la salida del dictador. Cuando tuve claro eso me dediqué al 100 % a esa tarea. Todas nuestras acciones eran riesgosas durante esa época, la actividad que realizábamos era castigada con la represión y no era solo unos palos de la fuerza pública, por lo mismo, mis padres no tenían que saber que hacía.
Corría el mes de Octubre de 1988 a mis 13 años lo único que quería era poder decir lo que pensaba y eso en dictadura era imposible. Soñaba en una sociedad en la cual las salas de clases fueran un espacio para la discrepansia, los acuerdos y el diálogo. Que todos se respetasen aunque pensaran diferentes y que pudiesen comprender que las ideas argumentadas y con el apasionamiento y vehemencia del compromiso social eran la clave del progreso de nuestra gente. Que no se prohibiese leer a ningún autor ni escuchar ningún tipo de música o ver algún programa de televisión. Creía que tenía que ayudar a construir un mundo donde los asesinos esten en la carcel y la gente pueda expresar sus ideas sin violencia.
Han pasado más 18 años de aquel mes y veo que hemos progresado en muchos ámbitos y en otros estamos pendientes. Pero siento que hoy estoy haciéndo lo que algún día soñé. Estoy en una sala de clases generándo aprendizaje en jóvenes y permitiéndoles crecer y disprepar en la diversidad. Trasladándo sus saberes a haceres y socializarlos en el respeto entre ellos. Debatimos, creamos, escribimos, nos proyectamos al mundo a través de la web, etc. Muchos de ellos no se dan cuenta la posibilidad que tienen de decirle a un profesor que no están de acuerdo y que no tengan represalias (cuanto me hubiese gustado poder haber hecho eso).
Como alguna vez luché tirando panfletos y marchando por las calles, hoy desde mi trinchera de la sala de clase quiero seguir mi sueño. A veces me siento incomprendido pero creo que mi camino es el correcto. En muchas ocasiones me enojo pero no es por que desprecie mis estudiantes es que mi ansiedad por que aprendan todo me enceguece.
No sé si estaré mucho más tiempo en mi trabajo (ojalá sí) de lo contrario sólo agradecimientos a todos (gente de todo tipo) que me han permitido soñar y creer que los cambios comienzan en las situaciones cotidianas que a veces consideramos más intrascendentes e inverosímiles.
(Un poco mamón)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

mas que mamón yo diria expresivo...
hola profe
bueno la verdad es que leyendo estas lineas he recordado la situacion que vivian los estudiantes en esos tiempos, y lo comparo con la actulidad en la que tenemos un poquito mas de libertad para poder expresar las ideas que fluyen por nuestra mente y eso hay que aprovecharlo.
nuestra generacion no ha pasado por por momentos como los que usted vivio, por lo tanto no tenemos esa conciencia de aprovechar lo que ahora podemos hacer mas libremente.
En lo que respecta a la incomprension el problema no es usted, sino el resto de la gente, y mientras sienta que lo que esta haciendo es lo correcto hay que seguir adelante.
Ojala que siga por mucho tiempo haciendo clases y tratando de cambiar esas mentes incertadas en un mundo superficial, que lo unico que producen es entorpecer el buen trabajo de personas que quieren cambiar el mundo.
saludos
¡y no deje que nadie rompa sus sueños!

Anónimo dijo...

¡eso si es mamón!