lunes, septiembre 12, 2011

¿Para qué?

No recuerdo a ningún profesor explicarme cual era la finalidad de lo que deseaba que aprendiéramos, quizás no estaba de moda en la época, puede ser que no era le interesara que nosotros le encontráramos sentido al aprendizaje, más que mal era la época de la transferencia de información memorística donde la modificación de conductas era el objetivo central del proceso de enseñanza.

No puedo negar que siempre fui curioso y me interesó buscar las respuestas a las preguntas que aparecían cada vez que veía una “materia” nueva, era común que me preguntara: ¿Por qué las cosas eran como se decía que eran? ¿Quiénes estuvieron antes que nosotros? ¿Qué pasaba si lo que se creía no eran verdad y existía una realidad por descubrir? En muchas ocasiones mi comportamiento no se ajustaba a las normas disciplinarias de mi liceo y terminaba expulsado en la biblioteca leyendo algún libro de lo que me interesaba y me servía como conocimiento para aprender otras cosas, pero nunca el profesor me preguntaba que sabía acerca de lo que enseñaba, en realidad, tampoco tenía ningún interés que lo averiguara, no correspondía a la lógica de la época. Un día en una clase de Castellano, en primero medio, una joven profesora, que no recuerdo como se llamaba, sólo me llamaba la atención que no nos denigraba y se sonrojaba cuando hacía clases, comenzó a preguntarnos por una serie de autores y los títulos de sus obras y me di cuenta que sabía la gran mayoría, era la primera vez que un profesor nos preguntaba algo relacionado con nuestros conocimientos previos, o quizás lo hicieron antes pero no lo recordaba. No se porque motivo estaba sentado con el más desordenado del curso, en el último puesto de la fila del medio de la sala de clases, quizás era ordenado y como una forma de adiestrar a este individuo, me habían encomendado la misión (sin decírmelo) de sentarme con él y por efecto imitación lograr civilizarlo, como no tenía ningún interés de demostrar lo que sabía, puesto que me podía traer consecuencias negativas en un curso que no se caracterizaba por su alto nivel académico, le comencé a decir a mi compañero todas las respuestas correctas a las preguntas de la profesora, como es de esperar, esta se puso muy contenta de la capacidad intelectual del desordenado del curso, pero luego, no sé de que manera, se dio cuenta de que yo era quién le soplaba las respuestas, después de eso no recuerdo más.

Creo que la profesora realizó este ejercicio como una forma de motivarnos para inducir la lectura de algunos libros al año, que no recuerdo el título de ninguno.

Podría decir que esa fue la primera vez que un profesor se aproximó al rescate de conocimientos previos y obviamente fue significativo, ya que se transformó en una experiencia que perdura hasta el día de hoy, quizás faltó una vinculación intencionada con lo que seguía a este proceso de rescate de conocimientos previos que consiste en darle sentido a la lectura de libros del año, el ¿Por qué? y ¿Para qué leer? pero, para esa época era mucho pedir.

Actualmente es inconcebible iniciar un nuevo proceso de enseñanza sin indagar en los conocimientos e ideas previas de los estudiantes, en estas ideas y conocimientos encontramos los conceptos a reestructurar y la incorporación de sentido a lo aprendido, por ejemplo, ¿Para qué leer un texto? ¿Para comprenderlo, interpretarlo, transferir información explícita, criticarlos, etc.? Si esperamos que aprendan a criticar un texto, debido a que, esa critica les permitirá construir un opinión fundamentada sobre cualquier tema al cual se enfrente, el profesor tiene la obligación de dejar claro ese objetivo al inicio de la actividad y explicar que lo que es criticar como se evalúa y para que sirve, es muy diferente aprender algo explicando claramente la finalidad que hacerlo sin este propósito, ya que, lo primero permite darle sentido al aprendizaje.

Generar situaciones para desarrollar experiencias significativas que permitan movilizar conceptos, habilidades y actitudes en situaciones diversas, permiten darle sentido a la acción de la enseñanza, independientemente de los posteriores significados que le entregará el estudiante a lo leído

Es indispensable comprender que encontrar sentido a una experiencia en la cual me siento involucrado difícilmente se me olvidará en el futuro.

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