La polilla iba y venía y el trataba de atraparla pero la ventana se lo impedía, no podía convencerse que era inaccesible a su tacto siendo que la veía y sentía muy cerca, de un momento a otro se frustra y golpea la ventana y la polilla vuela, el se ríe y cambia su ira por curiosidad al ver un trozo de lana negra en el suelo, sus ojos denotan sorpresa y se desplaza de un lado a otro de la cocina para indagar de que se trata, se acerca, lo observa y dice que es caca, la caca del perro que es similar a la lana de color negro. Toma la lana y se huele la mano, luego dice que no es caca y se desplaza a otro lugar de la casa a descubrir nuevas cosas. El no teme, no tiene porque hacerlo, sólo se desplaza continuamente arrancando de los miedos que los adultos le infundimos.
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