Bebiendo una cerveza con un amigo, en un bar de la calle Alameda, en la ciudad de Santiago. Luego de una larga y agotadora jornada de escuchar tres expositores que construían y reconstruían la educación en un congreso al cual asistimos con todos los gastos pagados, charlamos de diversos temas menos de educación que es algo que para mi amigo es una de las cosas que menos interés le causa en la vida. Generalmente nuestro diálogos están centrados en temas relacionadas con el fútbol y el alicaído espectáculo que brinda los jugadores chilenos debido a su bajo nivel competitivo. En síntesis, entre estar en la habitación del hotel mirando TV y conversar acerca de temas sin mayor importancia me quedo con la última opción.
Me llama la atención el ingreso de un joven de no más de veinte años al local, posee cinco rosas rojas en sus manos, todas ellas cubiertas con un nylon que supuestamente le entregan un valor especial y la transforman en un regalo apetecido para una novia, esposa, madre, amante, etc., lamentablemente como ocurre en la gran mayoría de estos casos no logra vender ninguna flor entre las personas que están en el bar esa noche.
A medida que pasan los minutos trata de esmerarse más en la venta de las flores aduciendo que son para costear sus estudiantes y una serie de mentiras que quedan en evidencia cuando una persona que se encuentra en el bar le pregunta que estudia y donde lo hace.
El ambiente del bar es agradable, la mayoría de la gente conversa sin elevar la voz y los cuatro televisores que muestran el mismo canal de televisión no presentan un volumen exageradamente alto, de tal manera, que no interrumpen cualquier diálogo que se pueda llevar a cabo en las mesas del local.
El joven pasa rápidamente por cada mesa pero me llama la atención que se detiene en una en particular, los rostros de las personas con las cuales se comunica tienden a adquirir una expresión distinta, sus miradas son inquisidoras denotando algo de rabia y malestar compartido, en un momento pensé que quizás se debía a que era una pareja excesivamente conservadora que comenzaba a darle un discurso moral acerca de la importancia de estudiar, cortarse el cabello y eliminar el teñido rubio y los aros que podrían limitarlo en conseguir empleo, pero la situación de un momento a otro comienza a tomar un rumbo impredecible, el joven coge fuertemente collar del cuello de la mujer que se encuentra en la mesa y sale raudamente del bar, su acompañante, mi amigo y yo salimos tras sus pasos, en estos casos, generalmente no se evalúan las consecuencias de los actos, se actúa pensando que la victima está desamparada y necesita el resguardo y apoyo de alguien que haga algo por ella.
El joven corre, pero no es lo suficientemente veloz lo que permite que sea alcanzado por mi amigo que a pesar de su contextura algo gruesa es bastante veloz. Cuando lo alcanza lo empuja y el joven cae sobre el concreto y se golpea fuertemente en la cabeza, sus rosas caen sobre el pavimento y la sangre cubre su rostro profusamente, al parecer se ha roto la cabeza, creo que está muy grave, no grita, ni manifiesta gran malestar, está inmóvil y balbucea algunas palabras, los tres que los seguíamos estamos asustados, impactados y no emitimos palabras, me acerco a escuchar lo que susurra y me dice que se lo entregue, le pregunto ¿Qué cosa? me dice entrégaselo a mi novia y dile que lo recuperé. Posteriormente deja caer el collar al suelo y deja de respirar.
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