Que la crisis del capitalismo se veía venir, era algo indudable. De que la recuperación está ad portas, también es casi una certeza. Para muchos que creyeron que esta coyuntura económica era la posibilidad de construir un nuevo orden, cimentado en valores como la solidaridad y preocupación por el bienestar colectivo por sobre individual, están muy errados. Debido a que el capitalismo, en su esencia más pura e instintiva, lo que genera, es una plataforma que pone en juego los más elementales y puros instintos de la condición humana, que son su hedonismo, egoísmo y una confortable y placentera sensación de satisfacción inmediata y necesaria para encontrar un lugar protagónico en un mundo que reivindica lo material como condición de inserción en el tramado social.
Por lo tanto, cuando criticamos la inconsecuencia de los políticos y nos desesperamos comprando en un mall, para adquirir una prenda que lo más probable no era de utilidad, caímos en las mismas contradicciones que más de algún intelectual, en el siglo XIX, presagio harían caer el modelo.
Lecciones por sacar tenemos muchas. Partiendo por la prudencia y certeza que nada es permanente y los ciclos de la vida tal y cual como los de la economía, suceden irremediablemente y ante eso lo importante es estar preparado con planes de contingencia para enfrentar la crisis. Otra es, no desesperarse, todas las crisis dejan heridos en el camino, pero pasan y por último, el estado debe adquirir un rol más activo en la regulación y sanción de prácticas inapropiadas. Porque el modelo tiene larga vida y toda lo escrito hasta el momento es sobre un elefante que perdió kilos, pero no su capacidad de aplastarte. Así que amigos, capitalismo tenemos para rato y el que crea lo contrario, invente e implemente un modelo nuevo, en el que las personas sacrifiquen su interés personal por sobre el colectivo y veremos como les va.
En todo caso, suerte y ánimo, total si fallan se renuevan y pasa piola.
Por lo tanto, cuando criticamos la inconsecuencia de los políticos y nos desesperamos comprando en un mall, para adquirir una prenda que lo más probable no era de utilidad, caímos en las mismas contradicciones que más de algún intelectual, en el siglo XIX, presagio harían caer el modelo.
Lecciones por sacar tenemos muchas. Partiendo por la prudencia y certeza que nada es permanente y los ciclos de la vida tal y cual como los de la economía, suceden irremediablemente y ante eso lo importante es estar preparado con planes de contingencia para enfrentar la crisis. Otra es, no desesperarse, todas las crisis dejan heridos en el camino, pero pasan y por último, el estado debe adquirir un rol más activo en la regulación y sanción de prácticas inapropiadas. Porque el modelo tiene larga vida y toda lo escrito hasta el momento es sobre un elefante que perdió kilos, pero no su capacidad de aplastarte. Así que amigos, capitalismo tenemos para rato y el que crea lo contrario, invente e implemente un modelo nuevo, en el que las personas sacrifiquen su interés personal por sobre el colectivo y veremos como les va.
En todo caso, suerte y ánimo, total si fallan se renuevan y pasa piola.
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