Cuando las categorías de análisis aniquilaron a los sujetos en su particularidades, imponiendo sus metarrelatos por sobre los intereses de seres con independencia y autonomía en sus decisiones y acciones de vida, me dediqué a indagar acerca de algún constructo que me permitiese comprender la heterogeneidad y el respeto a las múltiples formas de pensamiento y expresión que coexisten en nuestra amada patria (según Salazar: apropiación de terruño del cual me siento parte). Así llegué a introducirme en otra categoría, que planteaba en su estructura la libertad de asociación por la defensa de intereses individuales colectivizados en alianzas parciales pero eficientes que luchan a favor del respeto de los derechos individuales de las personas que conviven en un mundo totalizante. Esta categoría es la sociedad civil, como todo término polisémico (así lo comprendo), presenta múltiples significado, interpretaciones y reinterpretaciones, que no es cuestión aquí debatirlas, pero a veces oscurecen el sentido profundo del concepto, que se desarraiga de sus cadenas sintácticas y navega semánticamente hacia la elaboración de una denominación que incluye el pretexto de agrupar derechos, elementos de solidaridad, legitimación o algún símil, que reivindica a todos aquellos que son críticos a cualquier opción que neutraliza la capacidad de la libre expresión de acciones autónoma y reflexivas frente a la máquina totalizante que cada día determina desde sus estructuras subterráneas el qué hacer y cómo hacerlo.
Cuando la sociedad civil se transforma en un constructo que es utilizado políticamente y neutralizado de tal forma que se transforma en amigable y aceptable, por lo alternativo pero indefenso, deja de cobrar vigencia como referente válido que interprete mis intenciones. Por lo tanto, considero que la utilización que hoy se le quiere dar a la sociedad civil, por aquellos que dictan los patrones de lo apropiado, esta muy lejos de ser el espacio reivindicativo de la expresión libertario de las personas, de ser críticos, reflexivos, propósitivos, autónomo y concientes en la toma de sus decisiones.
Una sociedad civil concebida como una agrupación de personas que entablan una demanda por el mal servicio del transantiago, no representa el verdadero sentido de libertad de expresión de la construcción de una sociedad mejor. Es más bien una anécdota, una forma complaciente de las estructuras de decir “OK, tienen derecho a expresar su malestar, pero nosotros vemos lo otro”.
Esa no es la opción, creo más en la solidaridad y asociatividad de los grupos juveniles, quienes defienden derechos individuales, sin ocultar su profunda necesidad de solidarizar con aquellos que consideran sus pares, por el hecho de adherirse a los códigos que explícitamente profesan. Quizás en ese nicho esté oculta una lógica alternativa a las versiones oficiales que dictan los parámetros de la “ideal” convivencia difundida por los medios de comunicación y las verdades duraderas que cada día nos invaden desde diferentes ángulos.
Cuando la sociedad civil se transforma en un constructo que es utilizado políticamente y neutralizado de tal forma que se transforma en amigable y aceptable, por lo alternativo pero indefenso, deja de cobrar vigencia como referente válido que interprete mis intenciones. Por lo tanto, considero que la utilización que hoy se le quiere dar a la sociedad civil, por aquellos que dictan los patrones de lo apropiado, esta muy lejos de ser el espacio reivindicativo de la expresión libertario de las personas, de ser críticos, reflexivos, propósitivos, autónomo y concientes en la toma de sus decisiones.
Una sociedad civil concebida como una agrupación de personas que entablan una demanda por el mal servicio del transantiago, no representa el verdadero sentido de libertad de expresión de la construcción de una sociedad mejor. Es más bien una anécdota, una forma complaciente de las estructuras de decir “OK, tienen derecho a expresar su malestar, pero nosotros vemos lo otro”.
Esa no es la opción, creo más en la solidaridad y asociatividad de los grupos juveniles, quienes defienden derechos individuales, sin ocultar su profunda necesidad de solidarizar con aquellos que consideran sus pares, por el hecho de adherirse a los códigos que explícitamente profesan. Quizás en ese nicho esté oculta una lógica alternativa a las versiones oficiales que dictan los parámetros de la “ideal” convivencia difundida por los medios de comunicación y las verdades duraderas que cada día nos invaden desde diferentes ángulos.
4 comentarios:
Adolfo, el payaso, dice que todo lo que hace lo hizo "pensando en el pueblo"... bueno, hay algunas personas que desde hace tiempo desconfiamos de ciertos grupos y cosas como las de Zaldivar nos dejaron de dar rabia, y ahora reimos para no llorar.
Hay muchas trampas a la sociedad civil que yo entiendocomo tal.Las trampas legales que vivian el sistema partidista (el sis. binominal), y el partidismo internalizado en la gente.El asunto es que hay que hacer las cosas sin intermediarios. ¿como logarmos eso?... tengo pocas ideas sobre posibles cambios macro. quedamos nosotros, los futuros y actuales trabajadores de lo social y de la cisncia social, que en las inrevenciones particualares que hagamos, dejaremos nuestra impronta. pero se necesita mas gente
La idea de sumar por cualquier medio es una opción válida. El agotamiento de las reduccionistas categóría de análisis que permitían comprender el entrejido social de la época en que la teoría de la dependencia y la lucha de clases era el marco apropiado para lograr justificar acciones y reacciones. Hoy todo está en la microintervención desde la satisfacción de nuestro hedonismo, pero a la vez transformardor de conciencias de quienes les interesa escuchar a los predicadores de la transformación del siglo XXI.
Saludos Maestro.
Yo creo que lo que se llama sociedad civil nunca a existido más que como concepto (ideologizante por lo demás) y ha tenido una connotación de tipo político-pragmática. En ese sentido tienes razón. Es muy difícil que exista una sociedad civil real sin una democracia real.
Salud... que tengas buen año 2008.
Asumiendo el referente teórico de que la percepción, observación, descripción, conceptualización y reflexión que realizamos de lo que concebimos del mundo que traemos a nuestras manos, es una particularidad prerrogativa de cada uno de nosotros, se torna difícil consensuar una forma de concebir a un grupo de ideas divergentes en un concepto convergente de construcción civil de un discurso inclusivo, que aglutine los deseos de muchas personas que conciben la democracia y el derecho a la participación de la construcción de una sociedad equitativa como ideal de convivencia que nos libere de cualquier tipo de opresión externo que determine o limíte nuestros ámbitos de acción. Por lo tanto, nos queda participar desde los esfuerzos individuales y los talentos propios a luchar, a través de acciones y palabras, en generar en otros la posibilidad de concebir la reflexión y el cuestionamiento crítico-reflexivo, como una opción de vida que nos transforma en seres libres y conscientes que toman decisiones que nos benefician y generan un ámbiente de convivencia armónico, basado el la "real" democracia.
Saludos y buen año.
Adios
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