Su obsesión era decir cada palabra ajustadas a todos los significados posibles que pudiese encontrar entre las teorías más disparatadas y complejas que existiesen en libros, Internet o en la mente de alguna persona sabia.
Los motivos no los tengo claros, pero su necesidad de evitar el error, la transformaba en una persona distante y para muchos inaccesible, puesto que, proyectaba una sensación de evaluación permanente a lo que decías y como lo decías.
Ella creía que era superior por lo que sabía y sentía que podía ayudar a otros enrostrándole permanentemente su falta de rigurosidad teórica en los conceptos y palabras que decían.
No pretendía humillar, desde su punto de vista, sino educar, pero no era conciente de la forma en que lo hacía, porque era incapaz de verse a sí misma, no tenía desarrollada la capacidad de tomar distancia y evaluar como impactaba en los otros lo que pretendía enseñar, ya que, lamentablemente para ella, no todo lo que decía era asimilado de la forma que pretendía.
Su juego era desgastante, tedioso y agotar. Hablaba y cuestionaba hasta que la gente se enfrascaba en debates prolongados, encarándola y diciéndole lo inapropiado de sus formas.
Un día fue tema de conversación entre sus compañeros de trabajo que tomaron la decisión de callarse y dejarla hablar sola. Con esta medida, pretendían ayudarla a tomar conciencia de su situación. Lamentablemente, para ella, esta bien intencionada solución, no resultó, debido a lo consabida incapacidad de verse y tomar distancia de sus actos y más que eso, no lograr reflexionar la forma de relación que establecía con sus pares y que el objetivo que pretendía no tenía ningún efecto por su forma más que el fondo.
Estaba atrapada y lo único que logró fue enojarse consigo misma. Empezó a ver la vida con los anteojos de la frustración, es decir, a sentir que los otros no la comprendían y que su objetivo no podía llevarse a cabo con ese tipo de personas “limitadas”.
Siempre los otros. Incapacitada de mirarse, comenzó a buscar a supuestos “pares” que la comprendiesen. Encontró gente que la escuchó. Personas mayores, que quizás, pasaron por lo mismo en su juventud y la comprendían. Aunque lamentablemente, no le ayudaban a reflexionar en torno a su dificultad, sino que le alimentaban las ganas de seguir con su misión de educar a partir de las teorías que le entregan seguridad.
Ella quería mucho a esas personas, por que de alguna manera, reafirmaban aquel sueño, que, hasta para ella, era un imposible, pero necesitaba poseer el control de su vida y continuar con el camino por el cual algún día optó.
Visto en retrospectiva, la veía atrapada en una telaraña sin escapatoria. Estaba dando pena y sus compañeros y amigos, la comenzaron a ignorar.
Su aspecto físico comenzó a deteriorarse, cada día más delgada y con un abrigo negro que cubría todas sus supuestas imperfecciones físicas, no permitían ver a la persona que estaba detrás de ese personaje.
Un día se encontró frente a su espejo, conoció una persona que le dijo lo que pensaba de ella y se lo planteó claramente, cara a cara, sin eufemismos de forma brutal. Ella se enfureció, grito, la humilló, despreció y descalificó, pero luego de esa conversación, comenzó a mirarse y a mirar la relación que establecía con las personas y más aún, el rostro y gestos de las personas con las cuales se vinculaba al momento de comenzar a hablar con sus términos rebuscados.
Quizás fue el inicio del cambio de una mujer que actualmente es querida por su capacidad de ayudar, escuchando a las personas y aportando desde sus necesidades.
Está en proceso. Nunca logrará la perfección, pero tiene claro que todo camino largo debe recorrerse valorando cada metro que se ha avanzado.
Los motivos no los tengo claros, pero su necesidad de evitar el error, la transformaba en una persona distante y para muchos inaccesible, puesto que, proyectaba una sensación de evaluación permanente a lo que decías y como lo decías.
Ella creía que era superior por lo que sabía y sentía que podía ayudar a otros enrostrándole permanentemente su falta de rigurosidad teórica en los conceptos y palabras que decían.
No pretendía humillar, desde su punto de vista, sino educar, pero no era conciente de la forma en que lo hacía, porque era incapaz de verse a sí misma, no tenía desarrollada la capacidad de tomar distancia y evaluar como impactaba en los otros lo que pretendía enseñar, ya que, lamentablemente para ella, no todo lo que decía era asimilado de la forma que pretendía.
Su juego era desgastante, tedioso y agotar. Hablaba y cuestionaba hasta que la gente se enfrascaba en debates prolongados, encarándola y diciéndole lo inapropiado de sus formas.
Un día fue tema de conversación entre sus compañeros de trabajo que tomaron la decisión de callarse y dejarla hablar sola. Con esta medida, pretendían ayudarla a tomar conciencia de su situación. Lamentablemente, para ella, esta bien intencionada solución, no resultó, debido a lo consabida incapacidad de verse y tomar distancia de sus actos y más que eso, no lograr reflexionar la forma de relación que establecía con sus pares y que el objetivo que pretendía no tenía ningún efecto por su forma más que el fondo.
Estaba atrapada y lo único que logró fue enojarse consigo misma. Empezó a ver la vida con los anteojos de la frustración, es decir, a sentir que los otros no la comprendían y que su objetivo no podía llevarse a cabo con ese tipo de personas “limitadas”.
Siempre los otros. Incapacitada de mirarse, comenzó a buscar a supuestos “pares” que la comprendiesen. Encontró gente que la escuchó. Personas mayores, que quizás, pasaron por lo mismo en su juventud y la comprendían. Aunque lamentablemente, no le ayudaban a reflexionar en torno a su dificultad, sino que le alimentaban las ganas de seguir con su misión de educar a partir de las teorías que le entregan seguridad.
Ella quería mucho a esas personas, por que de alguna manera, reafirmaban aquel sueño, que, hasta para ella, era un imposible, pero necesitaba poseer el control de su vida y continuar con el camino por el cual algún día optó.
Visto en retrospectiva, la veía atrapada en una telaraña sin escapatoria. Estaba dando pena y sus compañeros y amigos, la comenzaron a ignorar.
Su aspecto físico comenzó a deteriorarse, cada día más delgada y con un abrigo negro que cubría todas sus supuestas imperfecciones físicas, no permitían ver a la persona que estaba detrás de ese personaje.
Un día se encontró frente a su espejo, conoció una persona que le dijo lo que pensaba de ella y se lo planteó claramente, cara a cara, sin eufemismos de forma brutal. Ella se enfureció, grito, la humilló, despreció y descalificó, pero luego de esa conversación, comenzó a mirarse y a mirar la relación que establecía con las personas y más aún, el rostro y gestos de las personas con las cuales se vinculaba al momento de comenzar a hablar con sus términos rebuscados.
Quizás fue el inicio del cambio de una mujer que actualmente es querida por su capacidad de ayudar, escuchando a las personas y aportando desde sus necesidades.
Está en proceso. Nunca logrará la perfección, pero tiene claro que todo camino largo debe recorrerse valorando cada metro que se ha avanzado.
4 comentarios:
Yo alguna vez conoci a alguien asi...pero no puede ser la misma persona, porque la que yo conoci era hombre
Yo también. Que raro.
Es que como bien está dicho ahí esta gente tiende a juntarse, en la medida en que se sienten bien interpretadas mutuamente.
Y esa sensación de reafirmarse, validarse y encontrar la seguridad utilizando palabra de otros que oculten su profunda inseguridad, transforman a este personaje en una persona cagada de miedo. Quizás ese es el concepto de fondo: Miedo. De ahí la necesidad de cubrir expectativas, para sentirse incluída.
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