jueves, junio 25, 2009

Gabriel

Amo a mi hijo, porque su rostro expresa el amor que siente hacia mí y es el complemento perfecto que me entrega el equilibrio que me permite decir que estoy viviendo el momento más feliz de mi vida. En el veo emoción, pena, incertidumbre, cansancio e inocencia. Necesito estar con él. Besarlo y abrazarlos. No creo haber amado nunca a nadie de la manera que amo a mi hijo (Romina a ti te amo igual). Aunque a veces tengo la certeza que veo en él lo que necesito ser, proyectándose como un reflejo constante, pero cuando lo reflexiono aflora el puro sentimiento esencial y visceral del amor, que se traduce en hablar como guagua y poner cara de loco, enamorándome de cada uno de sus gestos, de la suavidad de su piel y su olor. Viajándo juntos a un espacio temporal indefinible e indescriptible, donde las voces de quienes nos rodean pasan a un segundo plano y se escuchan en una lejanía inexplicable desde la lógica racional más pura.

2 comentarios:

Romina dijo...

Cuando leo siento unas ganas enormes de abrazar a nuestro Gabriel y de aprovechar cada instante a su lado...y sé que me amas igual.

Elias dijo...

Jiijijiji. Naturalmente