Siempre soñé con una sociedad en la que las personas sean honestas, capaces de ayudar desde sus capacidades, felices, sinceras, con deseos de mejorar, responsables y una serie de adjetivos más que son relacionados a la construcción de una sociedad humanista.
Lamentablemente, creo que mi sueño en la actualidad está completamente derrotado, hoy vivimos cada día más en la opulencia, la ambición, la satisfacción de placeres hedonistas a cualquier precio, la irreflixividad y la incapacidad de ponerse en el lugar del otro.
Es el triunfo del capitalismo y su discurso individualista, que lo permite todo. Nuestro país políticamente tiene más de treinta años viviendo en esta lógica y no creo que un grupo de personas sea capaz de cambiarla, pero mientras existamos algunos que no estemos de acuerdo de hacer las cosas solo por el dinero que nos permita comprar aquello que deseamos y no sepamos el motivo, seguiremos tratando de decirle a las personas que un mundo en el cual tengamos las posibilidad de acceder al mundo del trabajo independientemente de nuestra condición social y racial y a través de él ayudar a la gente para que tenga una vida más placentera y la calidad de vida sea un condición para todos, creeré que las personas han vuelto a su esencia natural.
Creer en esto, no significa que deseo un mundo donde somos todos iguales, que sacrificamos lo que tenemos para dárselo a otros. Creo en la movilidad, en el trabajo, en la responsabilización de las oportunidades, pero no que el mercado regula todo.
Lamentablemente, creo que mi sueño en la actualidad está completamente derrotado, hoy vivimos cada día más en la opulencia, la ambición, la satisfacción de placeres hedonistas a cualquier precio, la irreflixividad y la incapacidad de ponerse en el lugar del otro.
Es el triunfo del capitalismo y su discurso individualista, que lo permite todo. Nuestro país políticamente tiene más de treinta años viviendo en esta lógica y no creo que un grupo de personas sea capaz de cambiarla, pero mientras existamos algunos que no estemos de acuerdo de hacer las cosas solo por el dinero que nos permita comprar aquello que deseamos y no sepamos el motivo, seguiremos tratando de decirle a las personas que un mundo en el cual tengamos las posibilidad de acceder al mundo del trabajo independientemente de nuestra condición social y racial y a través de él ayudar a la gente para que tenga una vida más placentera y la calidad de vida sea un condición para todos, creeré que las personas han vuelto a su esencia natural.
Creer en esto, no significa que deseo un mundo donde somos todos iguales, que sacrificamos lo que tenemos para dárselo a otros. Creo en la movilidad, en el trabajo, en la responsabilización de las oportunidades, pero no que el mercado regula todo.
4 comentarios:
Yo sigo soñando con una sociedad humanista, porque si dejara de soñar no me gustaria vivir en este mundo.
Soñar y actuar para mejorar el bienestar de aquellos que quieren ayudarse. Eso es clave.
Bueno, hasta los defensroes del libre mercado saben de que el mercado nunca puede funcionar decentemente sin alguna clase de regulación externa.
Yo identifico los grandes problemas de hoy como los siguientes: Primero, que todo lo que haga o no haga una sociedad tiene que ver con la economía; la economía ordena nuestras vidas. Y segundo, que la única ética que reproduce el libre mercado es la de la competencia.
Por lo tanto, más simple que el dicurso humanista (que veo que como está "estructurlista", acoge en la ingenuidad onto-epistémica de creer en una esencia propia del ser humano), se trata del discurso de la colaboración, de la buena convivencia. Los espacios que ofrece este mercado no son de colaboración. Y pocos queremos modificar esa situación.
Totalmente de acuerdo. El otro día conversaba con una persona que conocí hace poco y sentía su temor a ser desplazado en un espacio que tenía ganado y que (Desde su mirada) podría estar amenazado. Me transformé en competencia. Desde el momento que lo percibí dije: Creo que no me comprendes, vengo a cooperar no a competir. No me entendió y creo seguir siendo competencia y desde ese enfoque es dificil generar diálogo cuando los códigos diferencias significativas de interpretación.
Así opera la lógica del mercado, generando la compentencia y la anticonvivencia.
Lamentablemente la esencia humanista, es sólo una categoría de análisis que excluye las particularidades, que constituyen a las personas en su integridad. Pero algo tendrá que hacerse, desde los espacios que nos tocó, para marcar un huella que permita la reflexión y el darse cuenta de quienes somos y que nos dicen y las intenciones de esos dichos y si realmente me interesan o los descarto por opción.
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