- ¡Es que lo normal es que hagamos esto!
- ¡Perdón! ¿Normal para quién?
- Lo normal, hombre. Lo que se tiene que hacer.
No es un problema de coherencia, como lo planteaba anteriormente, es más bien un problema de internalización de constructos conceptuales que se insertan en el centro del discurso que rige nuestros actos, que es insensible completamente a la crítica reflexiva del cuestionamiento necesario del sentido de lo que se dice o hace. Está tan internalizado creer que lo normal y lo común es una convención enraizada en el consciente colectivo de tal forma que es interpretado para todos de la misma manera, que nos olvidamos de preguntar al otro lo que entiende por normal. Como se plantea en el breve extracto anterior, la problemática va más allá de la interpretación, se complejiza con la interpretación de la interpretación, que se transforma en una cadena de interpretaciones desde el momento que cuestionamos la existencias de las certezas como principios axiales de la relación con los pares.
Cuando comencé este entretenido ejercicio de cuestionar lo normal, por que tenía ganas de cuestionar cosas, nunca imaginé en el lío que me metía. Un simple juego de falsa rebeldía adolescente, me llevó a adentrarme en la lectura de personas, con bastante más sapiensa en el tema, que estudiaban este problema en serio. Ese fue mi punto de inflexión y el giro de mi vida. Cada vez que escucho decir que: ¡Es normal que pase! Me pregunto ¿Qué es normal? Y ¿Por qué las cosas pasen tienen que ser normales? ¿Para quién es normal? ¿Para quién genera la afirmación? ¿El no será sólo un átomo más que intenta liberarse? Por ahí va la cosa.
Lo complejo no pasa por el autoengaño de evadir problemas y construir certezas para despreocuparme de las divagaciones filosóficas. Todo lo contrario, lo complejo pasa cuando estas sentencias de normalidad se internalizan en el discurso masivo o en los parámetros de graficación escritas de las restricciones de los actos humanos (leyes, decretos, etc), ya que, esa condición determina la exclusión y clasificación de acuerdo a los parámetros de lo normal/anormal y ahí la cosa pasa a transformarse en problemática. Así es, se transforma en una red que atrapa la libertad del hombre de hacer las cosas que desea, por que lo normal dice que no se debe hacer, aunque no lo dice, pero se autodice cuando nos censuramos ante la anormalidad.
Efectivamente, cuando esta anormalidad se transforma en excluyente los comportamientos humanos toman un rumbo perverso.
Lo anormal excluye, aísla, clasifica, discrimina, estereotipa y una serie de conceptos más que condiciona nuestra mirada ante las cosas que ocurren, entregándoles un sentido particular que en ocasiones nace de las convenciones estructurales discursivas que se han generado desde nuestros discursos originarios entregados en la familia y el entorno que nos rodea.
Un ejemplo concreto: Cuando un estudiante de un centro educativo que brinda sus servicios a niños con “necesidades educativas especiales” pretende generar un proyecto que desarrolle habilidades en sus educando de inserción en el mundo “normal” y se rige de los parámetros de la normalización de sus estudiantes, que tengan la posibilidad de insertarse en la educación formal, “normalizándolos” para que tengan las mismas posibilidades de competir con sus pares “normales” comienza mi cuestionamiento existencial.
En esos momentos me recuerdo de las sabias ideas de Bourdieu, cuando planteaba que la lógica de la educación formal era reproducir los valores, símbolos e ideas fundantes de las elites, adoptando su discurso y formas de vida segregacionista y estableciendo toda antítesis a sus comportamiento, como rebelde, contraproducente, innecesarias y absurdas.
Un pildorita, hace unos siglos atrás, los leprosos fueron aislados de la comunidad por su carácter de castigados simbólicamente por alguna condición maligna, vivir lejos de ellos era soportable y necesario, lo normalidad necesitaba existir entre los suyos. Los reyes encontraban necesario construir centros de reclusión que den señales a la gente “normal” que lejos de las personas “normales” son hasta simpáticos, cuando se curó la lepra, estas casonas quedaron completamente vacías y la angustia comenzó a surgir en la normalidad, ante eso, los inteligentes integrantes de la normalidad decidieron buscar entre los menos normales de sus normales algunos incipientes anormales que ocupasen ese necesario lugar que genere la dialéctica normalidad/anormalidad que nos legitime desde la normalidad y otorgue la certeza a la normalidad que la anormalidad existe y que está lejos de nosotros (normales). Desde esa lógica los lugares se ocupan por los locos y los presidiarios. Anormales de tomo y lomo, para la normalidad que debido a la cura de la lepra comenzó a observar que convivía con anormales, que no eran tan anormales, pero que comenzaron a ser anormales desde el momento que los anormales “reales” dejaron de serlo.
¿Quiénes serán los anormales de la actualidad?
Gracias Foucault.
PD: Espero que estás ideas irresponsables y sin rigor científico sean un apoyo a vuestro tema.
ADios.
- ¡Perdón! ¿Normal para quién?
- Lo normal, hombre. Lo que se tiene que hacer.
No es un problema de coherencia, como lo planteaba anteriormente, es más bien un problema de internalización de constructos conceptuales que se insertan en el centro del discurso que rige nuestros actos, que es insensible completamente a la crítica reflexiva del cuestionamiento necesario del sentido de lo que se dice o hace. Está tan internalizado creer que lo normal y lo común es una convención enraizada en el consciente colectivo de tal forma que es interpretado para todos de la misma manera, que nos olvidamos de preguntar al otro lo que entiende por normal. Como se plantea en el breve extracto anterior, la problemática va más allá de la interpretación, se complejiza con la interpretación de la interpretación, que se transforma en una cadena de interpretaciones desde el momento que cuestionamos la existencias de las certezas como principios axiales de la relación con los pares.
Cuando comencé este entretenido ejercicio de cuestionar lo normal, por que tenía ganas de cuestionar cosas, nunca imaginé en el lío que me metía. Un simple juego de falsa rebeldía adolescente, me llevó a adentrarme en la lectura de personas, con bastante más sapiensa en el tema, que estudiaban este problema en serio. Ese fue mi punto de inflexión y el giro de mi vida. Cada vez que escucho decir que: ¡Es normal que pase! Me pregunto ¿Qué es normal? Y ¿Por qué las cosas pasen tienen que ser normales? ¿Para quién es normal? ¿Para quién genera la afirmación? ¿El no será sólo un átomo más que intenta liberarse? Por ahí va la cosa.
Lo complejo no pasa por el autoengaño de evadir problemas y construir certezas para despreocuparme de las divagaciones filosóficas. Todo lo contrario, lo complejo pasa cuando estas sentencias de normalidad se internalizan en el discurso masivo o en los parámetros de graficación escritas de las restricciones de los actos humanos (leyes, decretos, etc), ya que, esa condición determina la exclusión y clasificación de acuerdo a los parámetros de lo normal/anormal y ahí la cosa pasa a transformarse en problemática. Así es, se transforma en una red que atrapa la libertad del hombre de hacer las cosas que desea, por que lo normal dice que no se debe hacer, aunque no lo dice, pero se autodice cuando nos censuramos ante la anormalidad.
Efectivamente, cuando esta anormalidad se transforma en excluyente los comportamientos humanos toman un rumbo perverso.
Lo anormal excluye, aísla, clasifica, discrimina, estereotipa y una serie de conceptos más que condiciona nuestra mirada ante las cosas que ocurren, entregándoles un sentido particular que en ocasiones nace de las convenciones estructurales discursivas que se han generado desde nuestros discursos originarios entregados en la familia y el entorno que nos rodea.
Un ejemplo concreto: Cuando un estudiante de un centro educativo que brinda sus servicios a niños con “necesidades educativas especiales” pretende generar un proyecto que desarrolle habilidades en sus educando de inserción en el mundo “normal” y se rige de los parámetros de la normalización de sus estudiantes, que tengan la posibilidad de insertarse en la educación formal, “normalizándolos” para que tengan las mismas posibilidades de competir con sus pares “normales” comienza mi cuestionamiento existencial.
En esos momentos me recuerdo de las sabias ideas de Bourdieu, cuando planteaba que la lógica de la educación formal era reproducir los valores, símbolos e ideas fundantes de las elites, adoptando su discurso y formas de vida segregacionista y estableciendo toda antítesis a sus comportamiento, como rebelde, contraproducente, innecesarias y absurdas.
Un pildorita, hace unos siglos atrás, los leprosos fueron aislados de la comunidad por su carácter de castigados simbólicamente por alguna condición maligna, vivir lejos de ellos era soportable y necesario, lo normalidad necesitaba existir entre los suyos. Los reyes encontraban necesario construir centros de reclusión que den señales a la gente “normal” que lejos de las personas “normales” son hasta simpáticos, cuando se curó la lepra, estas casonas quedaron completamente vacías y la angustia comenzó a surgir en la normalidad, ante eso, los inteligentes integrantes de la normalidad decidieron buscar entre los menos normales de sus normales algunos incipientes anormales que ocupasen ese necesario lugar que genere la dialéctica normalidad/anormalidad que nos legitime desde la normalidad y otorgue la certeza a la normalidad que la anormalidad existe y que está lejos de nosotros (normales). Desde esa lógica los lugares se ocupan por los locos y los presidiarios. Anormales de tomo y lomo, para la normalidad que debido a la cura de la lepra comenzó a observar que convivía con anormales, que no eran tan anormales, pero que comenzaron a ser anormales desde el momento que los anormales “reales” dejaron de serlo.
¿Quiénes serán los anormales de la actualidad?
Gracias Foucault.
PD: Espero que estás ideas irresponsables y sin rigor científico sean un apoyo a vuestro tema.
ADios.
5 comentarios:
Le agaradezco su ayuda, maestro, pero el problema es ¿como generamos la duda sobre la normalidad?¿no sera una falta contra la legitima forma de vida del otro el irrumpir y colonizar su lebenzwelt con estas dudas?
el cuestionanmiento "rebelde" se vuelca ahora, para mi, sobre si mismo...
quizás sea una forma de justificar nuestras certezas, un juego dialéctico
lo normal es saludar ..
o no?
cuidate viejo
lobo de mar
Sí, Carlitos..
Chao.
NOs vemos
Buena pregunta, ¿quiénes serían los anormales en la actualidad? o quiénes lo serán en el futuro?????
quiénes están fuera de la norma...
Ya ni siquiera se pueden seguir los antiguos patrones de irregularidad, como la sexualidad, la vestimenta, etc. Ahora podríams hablar de los cyberanormales??? de los anormales económicos???? no lo sé...
Pero bueno, te dejo un saludo.
Salud...
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